domingo, 28 de junio de 2009

Viernes 13 (2009)








































Marcus Nispel, al igual que otros compañeros de generación como Alexandre Ajá o Rob Zombie, es uno de esos directores especializados en el análisis de la violencia. Su primera película, el remake de La matanza de Texas, era un retrato pictórico y visual de la belleza de la violencia, si es que alguna vez adjetivo y sustantivo pueden ir ligados en la misma frase. La estilización de todos los asesinatos daba a la obra un carácter entre fantasmagórico y onírico que lo convirtió en uno de los directores a tener en cuenta en la actualidad. Pathfinder, el guía del desfiladero, su segunda película, que sufrió un calvario en postproducción debido a los diversos remontajes, era un tratado sobre como el germen de la violencia es inherente al ser humano, todo ello aderezado con un universo más cercano al de Robert E Howard que al de la película original. Tras el fracaso de esta ultima, Platinum Dunes, la compañía productora de Michael Bay, ha vuelto a recuperar al hijo pródigo para hacer volver a hacer un remake de la película que instauró definitivamente el subgénero slasher dentro del terror. De la misma manera que hizo con Hooper, el realizador reformula la propuesta original de Cunningham, adaptándola a los nuevos tiempos pero respetando la propuesta y sobretodo mitología.


Viernes 13 (2009) no es una nueva revisión estética sobre los formulismos de la violencia en el cine, sino que es un ensayo sobre las periferias de esta misma en el cine. El Marcus Nispel de este remake es un director despreocupado sobre los actos de violencia, los asesinatos son rápidos, fugaces, el plano nunca es aguantado, un sacrilegio si tenemos en cuenta que es la saga por excelencia del body count, una franquicia donde lo importante es que las muertes fueran las más originales y las que más lucieran en pantalla. Sin embargo este Jason Voorhees del siglo XXI, a pesar de ser una fuerza sobrehumana de la naturaleza, no es el principal devenir de la historia, sus instintos castigadores están más justificados que nunca, el realizador alemán acentúa los actos delictivos de los protagonistas dando siempre motivo para el acto de violencia esporádico. El choque entre los hijos del liberalismo económico y una fuerza anclada en el pasado como Voorhees es una muestra de la sociedad interna de los Estados Unidos actuales. A pesar de su aparente simpleza como slasher, el desinterés del realizador por filmar los asesinatos y centrarse en los rituales de apareamiento y el comportamiento de las víctimas convierte a este film en una interesante rara avis del género. Quizás no sea la primera película de la era Obama, pero si que es una buena muestra de un país en plena convulsión donde una nueva generación se enfrenta a los monstruos del pasado. El único inconveniente, es que al igual que los asesinos del cine siempre regresan y este Viernes 13 (2009) es una buena prueba de ello, los viejos fantasmas del pasado acaban regresando de la tumba para volver a ocupar un lugar en nuestras vidas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario