El cine de terror es una de los géneros más dúctiles a la hora de plasmar influencias, marcar tendencias o evaluar situaciones actuales dentro de la cinematografía mundial.En una época donde el cine de terror americano se encontraba francamente desamparado y sin ningún referente, decidió mirar hacia dentro de la industria y observar el panorama de festivales de cine fantástico para adoptar el emergente cine de terror asiático y lanzarse de lleno a realizar sus propias versiones sin importar la calidad o la fama de algunas de las películas adquiridas. El panorama ha cambiado mucho en 2009, la cinematografía asiática de terror ya no es tan prolífica como antes, - más bien ya no está tanto en liza como otros años- y el terror norteamericano ha dado un salto considerable en cuanto a producción, establecimiento de género y bases -de ahí el nacimiento de subgéneros como el torture porn-, y estableciendo un crecimiento exponencial de jóvenes directores dispuestos a examinar el terror. Los festivales que antaño protegían y cuidaban las películas asiáticas de terror, los han dejado de lado, siendo fagocitados en buena parte por el renacimiento de la serie B norteamericana provocado en buena medida por el gran auge de las películas directas a vídeo y por el apoyo de pequeñas distribuidoras independientes que sustentándose en las buenas críticas del fandom han dado un gran apoyo a productos arriesgados y de poco calado mainstream.
Digámoslo claro, cine de terror asiático y cine de terror americano – siempre entendiéndolo desde un punto de vista masivo y enfocado hacia el público adolescente, principales consumidores de este tipo de productos- son incompatibles. Si por algo destacan películas como Dos Hermanas, es por la sutilidad en la dirección, por la austeridad de su puesta en escena, casi siempre ligada a su vez por un cuidadísimo uso de la imagen elevado casi a la propuesta argumental y por ser películas psicológicamente complejas en la gran mayoría de los casos. Presencias Extrañas, como la gran mayoría de remakes de películas asiáticas es todo lo contrario a sus predecesoras, son películas ruidosas, donde los personajes vagan en busca de la resolución de sus conflictos y donde la puesta en escena está supeditada a las diferentes set pieces o escenas de terror en busca del sobresalto del espectador. Lo que por ejemplo, en la película de Kim Ji Woo era un sorpresivo desenlace, aquí está todo mascado y regurgitado para que el espectador no tenga que pensar mucho. Todo está encaminado hacia un final a lo M. Night Shyamalan, pero sin el talento del director hindú para los twist finales.Afortunadamente, la industria americana se ha dado cuenta que títulos como el de los Hermanos Guard son cada vez más presencias extrañas en las carteleras, si se me permite el nefasto juego de palabras, y que las exploración de los caminos del terror va por otro camino.
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